miércoles, 14 de marzo de 2012

Un viejo cuento que me solían contar cuando era pequeña


Erase una vez la increíble historia de una niña cobarde e insegura , para no llamarla por su autentico nombre, la llamaremos Patricia.
Patricia vagaba por el mundo casi totalmente sola, enamorada de los pequeños detalle, y de la primavera. Pero Patricia no era perfecta, ¡oh no!, si no todo lo contrario. Se sentía a menudo la peor persona de este Mundo, se sentía sola, y no se quería para nada a si misma. De vez en cuando (generamelente cuando llovía) huía a su pequeña habitación, subía el volumen de la música y lloraba. Sí, lloraba. Patricia nunca se había querido. Todo lo contrario. Odiaba cada una de sus virtudes, y sus defectos le daban asco. Su vida la veía como un camino lleno de piedras, de dolor y de tristeza... Hasta que un día (hará unos cinco años) apareció alguien en su vida, una chica de a penas 12 años (para no incluir datos reales, le llamaremos Tamara). Tamara estaba cargada de energía, de cariño, de aventuras... Pronto se hicieron amigas hasta límites imposibles. Aunque a veces discutían, se enfadaban, o deseaban matarse, Patricia sabía con certeza que Tamara era uno de los pocos regalos que la vida le había dado. Disfrutaban juntas, se contaban todo lo que les ocurría, y sonreían y lloraban juntas. La vida les dio muchos golpes, y supieron superarlos. Pero cuando Patricia pensaba que lo mejor ya había llegado se equivocaba. Un día, en una clase comenzó a hablar con una chica (la llamaremos Irene), las cosas empezaron genial. Esa chica le hacía sonreír, vivir, y tocar el cielo con las manos. Evaporaba la tristeza y la soledad. Patricia la consideró una amiga desde el minuto cero. Desde hace al menos cuatro años, empezaron a convivir, no juntas entre las tres, pero hace dos años las cosas cambiaron. Quién sabe, a Patricia le gusta pensar que es el destino, que a veces guarda regalos como esas dos. Y desde ese verano de hace dos años, están juntas. Sonríen, se ayudan, se quieren, han aprendido a admirarse, a aguantarse... Patricia me contó una vez que ya no ve la vida sin ellas, que son lo más bonito que tiene, y que no las dejará marchar, aunque a veces tenga errores y fallos de esos que dan ganas de pegar una colleja... Se arrepiente siempre. Lo único que ella busca esa sacarles una pequeña sonrisa a las dos, y saber que están bien y son felices. Hace tiempo que Patricia teme a la distancia o a perderlas, pero se hace la valiente y la fuerte y pelea... Como nunca ha pensado que pelearía. Pelea por ellas, por las tres, pelea por el destino, y porque no exista el final para este cuento.
Moraleja: Cuando quieras algo, no dejes que escape.